El pasado 3 de febrero moría en la bretona Portsall, Paco Rabanne, Francisco Rabaneda y Cuervo. Nacido en Pasajes, (Guipúzcoa, 1934), de un oficial del ejército republicano, fusilado en 1939, y una modista del joven Cristóbal Balenciaga, que se exilió de España para instalarse en Francia. Ella rehizo su vida profesional en París como costurera de gran talento. Paco estudió arquitectura en la Escuela Superior de Bellas Artes, pagando sus estudios con dibujos y diseños que vendía a los grandes de la moda, a los que consideraba arcaizantes, lo que le animó, como él mismo confesó, a “introducir el espíritu subversivo de las vanguardistas históricas, el dadaísmo y el surrealismo, en la alta costura”. Sus primeras colecciones fueron provocadoramente experimentales y contemporáneas, “vestidos imposibles de vestir” en los que empleaba materiales inéditos en la alta costura como el hierro, el metal, el papel, o el plástico, con muchos colores chillones, “horrores” que fascinaron a Peggy Guggenheim y que Françoise Hardy se atrevió a lucir en un concierto en Londres, en forma de vestido metálico que imposibilitaba el movimiento, pero que causó un impacto mundial.
Quien fuera mucho más que uno de los creadores de alta costura más interesantes del mundo, fue considerado un “profeta de la moda” –y de fantasías esotéricas que plasmó en una pintoresca bibliografía– y, según Le Point, un “modisto visionario”, que “introdujo el legado surrealista y dadaísta en la alta costura, abrió muchos caminos a la tradición clásica y traspasó con audacia las fronteras del arte”. Juan Pedro Quiñonero (ABC) le describe como “un arquitecto visionario, un creador subversivo, el introductor de las vanguardias artísticas en la alta costura, un provocador místico, un futurólogo circense, un desterrado que nunca deseó regresar a España.”
Mientras el mundo de la moda reaccionaba estupefacto a las provocaciones del joven Rabanne, directores de cine como John Huston, Jean-Luc Godard y Roger Vadim, se sintieron fascinados y recurrieron a él para vestir a sus personajes femeninos más futuristas. Su talento multiforme acabará no sólo fecundando con su inspiración otros ámbitos y otorgándole un puesto de honor en el Olimpo de los grandes de la moda, de la alta perfumería e incluso de la promoción del arte y la creación africanos en el mítico club “Black Sugar”. Sin duda, un referente con mayúsculas, en el mundo del diseño multidisciplinar, más allá de la moda… y de las modas.