La primera ciudad de España elegida para ser Capital Mundial del Diseño no será Barcelona, referente incuestionable del diseño en nuestro país, sino Valencia, que ha defendido su candidatura inspirada en una “visión mediterránea, concebida para mejorar la vida de las personas”, con los ejes de la sostenibilidad y el cambio climático vertebrando el programa.
La consecución no habría sido posible sin la cohesión que muestran nuestros colegas valencianos, y sin la necesaria evolución de un tejido empresarial que hoy en día ya valora el diseño como un componente imprescindible de la producción. El diseño valenciano ha sabido también generar una buena cantera de jóvenes profesionales y ha conseguido una proyección internacional dinámica y en crescendo, y eso que, como señalaba Daniel Nebot –premio nacional y miembro de la extinta La Nave– en una entrevista a El País, “Valencia se merece la capitalidad, aunque aquí, como en otros sitios, padecemos de una gran precarización en la profesión”.
La capitalidad, que toma el testigo a Lille y permitirá la concurrencia de más de 50.000 profesionales entre diseñadores, arquitectos, ilustradores y publicitarios, brinda una oportunidad única para visibilizar el trabajo y el talento de un colectivo que cuenta con seis premios nacionales (los diseñadores Daniel Nebot, Nacho Lavernia y Mario Ruiz, y las firmas de muebles Punt Mobles, Andreu World y Actiu).